Dan testimonio de explotación sexual víctimas de Alejandra Gil

Ximena Mejía   20/02/2014

Dan testimonio de explotación sexual víctimas de Alejandra Gil

Dan testimonio de explotación sexual víctimas de Alejandra Gil

Ximena Mejía

Cada viernes y sábado Karen y Bertha eran explotadas sexualmente durante 21 horas por María Alejandra Gil Cuervo presidenta de la Asociación en Pro Apoyo a Servidores (APROASE, A.C.) y una red de padrotes de Tlaxcala y Puebla en Sullivan.

La explotación no era diferente de lunes a jueves, pues debían cumplir 17 horas en las que tenían relaciones sexuales con 10 o 30 hombres a los que les cobraban 500 pesos.

Al día entregaban una cuota que oscilaba entre los cinco mil y nueve mil pesos que era repartida entre Alejandra Gil , quien se hacía llamar" La Madrota Buena", para su asociación y derecho de piso; los lenocidas y el Hotel Marín en donde atendían a los clientes.

Alejandra Gil y su hijo Omar Sayún, además de vigilar que se cumplieran sus horarios, que no escaparan, trasladarlas al hotel en una camioneta Suburban roja cuando el taxista que trabajaba para ellos no podía ir, daban aviso a sus padrotes si las mujeres hacían algo mal para que las golpearan.

Ambas mujeres relataron que Alejandra era fanática de la brujería. Las llevaba constantemente a "hacerse limpias", además de rociar líquidos en la banqueta donde se prostituían para prender fuego con la finalidad de "que tuvieran muchos clientes".

Karen, Bertha y otra víctima procedente de Aguascalientes son las principales denunciantes de Gil su hijo Omar, a quienes se le dictó auto de formal prisión en el Reclusorio Oriente, tras comprobarse que pagó la defensa del lenocida Saúl Herrera Soriano.

Herrera Soriano fue señalado por Karen, quien actualmente lidera Reintegra, una organización antitrata, y la otra víctima, donde se comprobó por sus testimonios que operaba enganchando a mujeres de otros estados del país como pareja sentimental para traerlas al Distrito Federal y con Alejandra Gil obligarlas a prostituirlas.

En los 16 años que Bertha estuvo bajo el control de la Madame desde 1990 hasta 2005 que escapó con su hija con el apoyo de un cliente que se enamoró de ella, fue obligada a abortar y a los dos días continuar prostituyéndose.

Cada mes su padrote " Alfredo" interrumpió su menstruación con una esponja, además de golpearla constantemente ante los ojos de Gil Cuervo quien presidia una fundación para los derechos de las sexoservidoras.

"La manera de callarme era sacándome el aire del estómago a puñetazos o patadas y ahí en ese lugar hacia que me desnudara y me hacía que le pidiera perdón arrodillada en la tierra mezclada con mi propia sangre. No eran golpes, eran torturas. Y la señora Alejandra Gil lo ha sabido desde siempre. Todo el tiempo lo supo y nunca hizo nada por las que sufrimos", recordó Bertha mientras sus palabras se mezclaban con lágrimas.

Bertha conoció a Gil tras ser secuestrada por " Alfredo", quien aún continua libre, y asegura sigue explotando a las chicas, al salir del domicilio en Lomas de Chapultepec, donde era sirvienta, en su día de descanso.

Por 16 años entregó 150 pesos al día a Asociación en Pro Apoyo a Servidores, al igual que sus 30 compañeras que eran vigiladas por Soledad Ramírez. Las mujeres tenían que trabajar por las mañanas en el callejón de Manzanares en la Merced, y por las noches en Sullivan.

"Alejandra examinaba que no estuviéramos gordas, nos hacían cambio de corte de cabello. El padrote controlaba los periodos con esponjas. Yo tenía que aguantar esa esponja hasta que llegara, me subía a la temperatura porque estaba muy apretada" , rememora en entrevista telefónica pues tuvo que irse de la Ciudad de M\'e9xico ante el temor de ser asesinada.

La mujer recuerda que los únicos trayectos que realizaba era del callejón de manzanares a Sullivan en un automóvil en donde el padrote la tenía agachada en sus piernas para que no reconociera donde se ubicaba.

Bertha asegura que no solo lleva heridas en el rostro, daños en los riñones, sino que después de nueve años de libertad sigue considerándose "un costal de carne", culpa al día en que salió de la residencia en donde hacía el servicio, y no puede escuchar canciones de Marco Antonio Solís, ni ningún tipo de música porque Alfredo subía el volumen para que nadie escuchará sus gritos cuando era masacrada por él.

"Me acuerdo que ponía el radio a todo volumen para que no escuchará nadie cuando me golpeaba, me masacraba, Siempre ponía canciones de Marco Antonio Solís y recuerdo que ese tipo de cosas me hacían dormirme llorando. Yo decía "si yo no lo conozco por qué me hace esto, porque debí salir ese día”.

 

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